Cerró los ojos y apretó con fuerza las riendas. Se preguntaba por qué dejó que su padre se metiera en todo el asunto de la prueba inicial mientras sentía en su trasero la forma de la incómoda silla de montar. Suspiró. Acarició las escamas negras de su fiel compañero. “Vamos, Desdentao. Podemos conseguirlo. Solo hay que hacerlo como siempre”.
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